Era
el día. Después de muchos días de entrenamiento, de teoría y práctica, estaba preparada. Todavía recordaba
el primer día, y la sensación que tuvo
al ver por primera vez a su instructor. Recordaba claramente como apenas le dio
la mano para saludarla sintió como la calentura comenzaba a cosquillear entre
sus piernas, como durante los días que
le llevo sacarse el certificado del curso de parapente no perdía el chance de
hacerle ver que le parecía atractivo. Darle un picón de vez en cuando, morderse
los labios furtivamente como quien no quiere la cosa cuando el posaba su mirada
en ella y forzando cualquier oportunidad para hacer contacto físico. Especial
fue aquella vez que le correspondió volar acompañada por el en el biplaza. Se divirtió
de lo lindo forzando su cuerpo contra el de él lo más que podía solo para provocarle
una erección. A pesar del arnés y todo lo que había entre ellos, ella podía
sentir su dureza...Ese vuelo no pudo dejar de sonreír, tenía al instructor en
la palma de sus manos.
Pero
hoy era un día especial, hoy ella iba a volar sola por primera vez. Nada de
vuelos a baja altura, nada de tener a alguien más consigo (por más que la compañía
fuese muy buena). Hoy, iban a ser solo ella y la inmensidad del cielo. Un cielo
hermoso, completamente despejado y de un azul celeste similar al color de sus
ojos. Hoy estaba feliz y nada le cambiaría el humor.
Se preparó
para el despegue, asegurando su arnés, checando por segunda vez su parapente,
anotando en su aparato de medición los datos del viento, fijándose en las baterías
de la radio y fumándose un último cigarro. Andaba algo asustada, por más
confianza que se tenía, estar allí sola por primera vez no era poca cosa, el instructor
se le acerco y comenzó a darle consejos de última hora, ella solo asentía (nada
de lo que él le decía era algo que ella ya no supiera) y le cayó la boca poniéndole
un dedo en sus labios mientras le daba una sonrisa pícara -descuida bebe, estoy
lista. ¡Comencemos!- le dijo. Ya quería ser un pájaro...O al menos sentirse
como uno de ellos.
Ya
completamente lista comenzó a dar la pequeña
carrera hacia el risco de donde despegaría, los suspentes comenzaron a
tensarse y el ala del parapente comenzó a levantarse majestuosamente por el aire,
tal como si fuesen las plumas de un pavo real. De hecho, el color del parapente
le recordaba a dicha ave, quizás era por eso era que siempre lo elegía para
volar.
Dio
el último paso en tierra firme y vio como sus dos pies comenzaban a elevarse,
dejando atrás el cumulo de tierra para tener de piso la nada, el viento en su cara
le hizo entrecerrar los ojos por un segundo. Estaba volando sola, y la sensación
era genial. El frio de la altura la revitalizaba y le daba sentido a su vida,
abajo, los pequeños puntos verdes de los árboles y las líneas azules que
formaban los riachuelos le recordaban la verdadera condición humana; Somos
pequeños actores de una gran inmensidad, pero eso no era excusa para levantar vuelo
y pasar por encima de los obstáculos, ella, tan hermosa y filosófica como
siempre, se había dado cuenta. Si tan solo los demás supieran esa verdad, pensaba,
mientras comenzaba a girar con sus comandos hacia la ruta de vuelo previamente
trazada.
Tardo
unos minutos en darse cuenta que desde la radio el instructor quería decirle
algo, así que solo se limitó a responderle un par de "si, si", la
verdad es que quería sentirse sola allí arriba, abrazada ella y el cielo, sin ningún
tipo de interferencia, especialmente si esta provenía de una chirriante radio
que le cortaba toda la nota. ¡Si jode! se dijo, y apago el bendito aparato, cortando
en seco las palabras casi inentendibles del instructor. Estaba bueno y
seguramente pronto le daría luz verde para que hiciera con su cuerpo lo que él
quisiera, pero ahorita, justo ahorita no quería saber de nadie...El cielo
comenzaba poco a poco a volverse gris, quizás sería buena idea comenzar el
trayecto de regreso -pensó-, pero descarto esa idea, no pasa nada, se dijo.
El
ala del parapente comenzó a bambolear su arnés, de repente cayo en cuenta de la
velocidad y fuerza del viento. El idilio con el aire se había perdido, y de golpe
cayo en la realidad del asunto. El viento comenzaba a arreciar, y el cielo
estaba lleno de nubes. Como pudo haber pasado de un azul tan cristalino a un
gris revoltoso tan rápido era algo que no dejaba de preguntarse. Pero el tiempo
de hacerse pregunta ya había pasado, y lo que quedaba era maniobrar esa bestia
alada, ese pavo real gigante que era movido por ráfagas de viento que le
golpeaban la cara, asustada, intentaba recordar el procedimiento a realizar en
una situación así, pero era inútil, no recordaba nada, o no podía recordar, pues
su mente estaba muy ocupada en hacer que sus brazos intentaran (en vano)
controlar los comandos del parapente. En un acto de desespero, soltó una mano
de los frenos para prender de nuevo la radio, sin embargo, el acto de soltar
tan vital comando la dejo a merced de una ráfaga traicionera, que hizo que la
bestia alada diera un par de vueltas descontroladas, dañando la tela reforzada
del pavo real, lo cual la mando en picada hacia el suelo, que cada vez se hacía
más nítido y más real...Voy a morir, pensó, a su vez que intentaba llevar de
alguna manera el destino de sus alas hacia una zona llena de árboles, con la intención
que amortiguaran, de ser posible, la inevitable caída. Con un último esfuerzo jalo
hacia abajo ambos frenos al segundo que sus pies comenzaban a rozar la copa de
los árboles, cerró los ojos y se preparó para lo peor, sintiendo en su cuerpo
como las ramas comenzaban a golpearla, hasta que de repente un golpe seco en su
cabeza...
Volvía
a tener 8 años, tenía puesta su capa hecha con una toalla, y daba vueltas con
sus brazos estirados hacia el frente, como superman. ¡Abuela quiero aprender a
volar! le gritaba a su abuela, sentada a lo lejos en su silla mecedora, algún día
mi niña, algún día sabrás lo que se siente volar, todavía estas muy chiquita
para eso -le decía la abuela mientras sonreía al verla dando vueltas y haciendo
sonidos de avión por el patio-. Abuela, me duele la cabeza, le dijo mientras se
tomaba la cabeza y veía sus manos ensangrentadas...Abuela tengo sueño -descuida
mi niña, respondía la abuela, todo pasara-. Abuela quiero dormir, déjame
dormir, dejam...
Muy a gusto lo he leído con una muyyy buena canción de fondo. El final, bastante inesperado, triste... vamos que me gustan los cuentos con final feliz jaja...
ResponderEliminary como siempre que leo algo, y adoro encontrar frases y a veces intento aprendermelas, me quedo con esta:
"Somos pequeños actores de una gran inmensidad"
Me he dado cuenta que nunca mis cuentos tienen finales felices...pero me propongo a escribir uno que termine bien, por ti señorita granaina ;) jajajaja.
ResponderEliminarhaha jaja quizá es tu marca, pero si, si, intenta buscar ese final que pinte sonrisas :)
ResponderEliminarDESPUES DE TOMARME UN RICO CHOCOLATE CALIENTE PARA ESTE FRIO.... NO HABIA ESCUCHADO NUNCA ESTA ROLEISHON.... NO ES RARO EN MI JUAJUA.. Y COMO MI PARTE INTELECTUAL SE QUEDO EN LA CHAMBA JAJA
ResponderEliminarLO UNICO INTELIGENTE QUE ME QUEDA POR DECIR,ESQUE OPINO LO MISMO QUE LA DAMA DE ARRIBA JAJAAJAJAJAJA
(COMO LES QUEDO EL OJO?) (QUE ASTUTO ME VI) JUAJUAJAUAJUAAUAJAUA
ohmygash jiji
ResponderEliminarO_O
El comentario de Luz Electri-K me parece muy acertado xD
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