Tan pretencioso como todos

Apago las luces del balcón, acerco el sillón puff a la pequeña mesa donde he puesto mi botella de vino y mi copa…me tomo un par de segundos para observarla allí afuera, la avenida impregnada con las gotas de lluvia reciente y los edificios con sus luces prendidas, como árboles de navidad de cemento. Aspiro un poco ese olor de lluvia que siempre me hace feliz, -im only happy when it rains pienso-, tomo el control del equipo de sonido, pongo a sonar la música de mi usb y me echo en el sillón…esta noche estoy feliz.

Reconozco lo pretencioso que se debe ver estar allí sentado, con mi botella de vino Carinae Malbec reserva 2007, con un libro de Pedro Berroeta (que no tengo forma de leer sin prender la luz) y con jazz electronic y trip-hop de música de fondo. Y si, lo es, no tengo reservas en admitirlo, pero la noche se presta, estoy solo en mi apartamento, no tengo ganas de salir y hay una brisa fresca que provoca aprovecharla. Perderse en una buena copa de vino, mientras te dejas llevar a los sitios oníricos que la música propone llevarte es una de las cosas más sensuales que puedo imaginar, quizás estaría mejor de tenerla a mi lado…no, hoy no, me gusta esta soledad. Vuelvo a llenar mi copa de vino, le subo volumen al equipo de sonido y me lamento de no haber comprado cigarros hoy. Como decía Baudelaire “Para no sentir el horrible peso del tiempo sobre sus espaldas, hay que embriagarse sin tregua. De vino, de poesía o de virtud, a vuestra elección. Pero embriáguese” Música, vino y mujeres, de eso me embriago yo Baudelaire…sin embargo hoy, beberé por ti. ¡Salud!